Por: Benito Álvarez Serrano.
Viví en Sombrerete desde que nací en 1950 hasta los 17 años, en 1967. Seis años después de que mi familia completa se fuera a vivir a la colonia González Ortega para seguir a mi padre, que en ese tiempo ya había consolidado su presencia con una panadería y un despacho de distribución de cerveza y refrescos que surtía también, a las colonias aledañas. Conocí a una región privilegiada, productora muy importante de maíz y frijol gracias al trabajo tenaz de sus habitantes.
La González Ortega, una comunidad ejemplar que fundara el ameritado General Martín Triana, era producto de la modalidad de reparto de tierra conocido como “Fraccionamiento Agrícola” que ideara y llevara a cabo con mucho éxito don Francisco García Salinas “Tata Pachito”, que compró las haciendas que hicieron falta para dotar a los campesinos de tierra en un sistema similar al ejido con la diferencia, de que los fraccionistas, son dueños de sus tierras. Claro que me estoy refiriendo a una época en donde todavía no se modificaba la Ley para darle al ejido el estatus legal que tiene ahora.
Tuve la fortuna de conocer en ese tiempo a muchos de los fundadores de la colonia que acompañaron personalmente y con un gran patriotismo al General Triana, para hacer de la González Ortega un ejemplo.
Estuve interno en el Colegio de los Hermanos hasta que terminé la primaria, y a mí también, me tocó en suerte, ser fundador de la Secundaria González Valencia, que si todavía existe, les aviso que anda cumpliendo su primer medio siglo para que no se les olvide homenajear a las madres Cornelia Silva y Albertina Elvira.
Cuando empecé a estudiar la secundaria, salí del internado y regresé a vivir a mi antigua casa, solo que ahora, ya no era mi casa, era la casa de la familia de mi tío Manuel, hermano de mi papá, donde me dieron asistencia durante el tiempo que duraron mis estudios en la secundaria.
Sombrerete seguía padeciendo por falta de un sistema eficiente de agua potable y las casas se surtían con agua que llevaban en pequeñas pipas que transportaban apenas unos 50 o 60 botes de agua, lo que se conoce como cubetas de 20 litros pero también se usaban los botes de 4 hojas (en los que empacaban la manteca de puerco) que se destapaban de arriba y se les instalaba un pedazo de madera como agarradera para moverlos llenos de agua con más facilidad. También las pipas eran de madera, como los barriles que vemos donde se conserva el vino, solo que estas, eran rectas y había pocos carpinteros que podían lograr tan artesanal trabajo que tenía como principal propósito, que el agua, no se fugara y pudiera llegar exitosamente a los hogares.
El siguiente intento por tener un eficiente sistema de agua potable se dio durante el mandato del Gobernador, ingeniero Pedro Ruiz González que el presidente de la República don Luis Echeverría, vino personalmente a inaugurar a Sombrerete y poner en funcionamiento. Estamos hablando de hace 40 años, ahí por el principio de los años setentas.
Por cierto, todavía no se popularizaba el uso del excusado inglés, el de porcelana que todos conocemos. El hermano José Castellanos, instaló los primeros que conocimos, porque en el colegio, también se usaba el excusado de tablita. Muy pocas casas se daban el lujo de tener cuarto de baño como ahora los conocemos, menos con boiler. El agua para bañarse se calentaba en cubetas en las hornillas de la estufa los que tenían y los que no, la calentaban con leña en botes de 4 hojas (los que les describí líneas arriba). Ah y como no había tanta agua como se necesitaba, solo el sábado era el día que se acostumbraba bañarse de cuerpo entero.
En ese tiempo, Sombrerete estaba cumpliendo pocos años de contar con el servicio de energía eléctrica que vino a sustituir el que daba la planta (donde ahora existe un bar) de don Casiano Maldonado, si no me acuerdo mal, fue en el año de 1958, que fue la primera inauguración de un importante servicio público al que asistí y me acuerdo. Era gobernador Panchito García y contar con energía eléctrica, luz, fue todo un acontecimiento. Porque de inmediato la vida cambió: llegó Epifanio Domínguez, hermano de doña Eva y tío de los hijos de don Mario Serrano, a llevar a cabo un sin número de instalaciones eléctricas en muchas de las casas, negocios y oficinas. También, apareció un señor Baca, pariente político de Luis Puente, quien por cierto hizo la instalación de la “luz” en mi casa. “Pifas” –como cariñosamente se le conocía a Epifanio Domínguez-, entre otras importantes, hizo la del Colegio de los Hermanos.
Aparecieron los aparatos eléctricos, planchas, licuadoras, tocadiscos, las hermosísimas consolas que fueron el antecedente de los aparatos de sonido en los que los chavos de ahora, disfrutan de su música que vienen a ser las bisabuelitas de los ipads.
Han pasado 50 años de que tuve la ilusión de que alguna vez, el Arroyo del Diezmo, fuera entubado o embovedado. En mi casa a pesar de ser gente de posibles, no teníamos baño inglés y utilizábamos para el efecto, el excusado de una tabla con un hoyo apropiado que apuntaba directamente al arroyo, que, a la fecha conduce las aguas negras en pleno centro de una ciudad emblemática que forma parte del patrimonio de la humanidad y pretende ser pueblo mágico y a la que le destinaron en el presupuesto de este año 14 millones de pesos para su embellecimiento.
Parte de esta cantidad, se puede utilizar para empezar por hacer el proyecto y solicitar que en el presupuesto del año que entra los fondos necesarios para acabar con este impresionante foco de infección. Me platican que ningún presidente municipal de los que han gobernado Sombrerete en este medio siglo que ha pasado, se anima porque cuesta mucho dinero.
A lo mejor, no cuesta tanto como se imaginan y además, se pueden lograr fondos federales suficientes para llevar a cabo tan importante obra.
Muchas gracias por su atención.
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