martes, 20 de diciembre de 2011

LEER SOBRE POLÍTICA MEXICANA

LUIS SPOTA
1925-1965

Te platicaba que Luis Spota hizo que yo me interesara en los libros, allá por mis años mozos. Además a todos los que teníamos en la cabeza el gusanillo de la política, encontrábamos en sus novelas las situaciones que circulaban como mitos sobre las biografías de los políticos que en aquel entonces nos inspiraban y por la admiración que sentíamos al enterarnos que muchas, eran reales o casi reales.
El primer acto político al que me acuerdo acudí, fue la inauguración del servicio de energía eléctrica en Sombrerete, mi tierra allá por 1958. Algo deveras importante si tomamos en cuenta que nos alumbrábamos con quinqués o “aparatos de petróleo” como se les llamaba también. Ya habíamos pasado de hacerlo con velas de cera y de cebo –por cierto- eran fabricadas en las casas ricas, a partir de las colmenas instaladas en las huertas chicas o grandes que poseían, de donde se obtenía la cera que luego en un importante momento, se derretía en un cazo de cobre de esos que traían de Michoacán del merito Santa Clara y en la cocina colgando del techo como adorno, encontrabas aparte de los “garabatos” (ganchos de fierro forjado que servían para colgar la carne, no había refrigeradores, aunque algunos podían utilizar hielo –traído de Durango- caro y escaso) para que los gatos no se la comieran y que tampoco se echara a perder; en el mero centro colgaba un circulo de madera como de metro y medio de diámetro que se podía subir y bajar por medio un hilo y de un carrillo y que alrededor tenía clavos en donde se colgaban los hilos-pabilos para bañarlos a la vuelta y vuelta con la cera caliente por muchas veces hasta que alcanzaran el grosor deseado y al final de la tarea, colgaban, misión cumplida, casi un ciento de velas para alumbrarse en la casa y también para cumplir con las que regalaban a los templos para encenderlas en los altares durante las ceremonias religiosas. También en la casa se hacían las veladoras que se necesitaban para cumplir con los actos piadosos y se usaba tenerlas encendidas en casi todas las casas para pedirles a Dios y a los Santos para la solución de los problemas familiares y personales.
La radio era posible escucharla, gracias a los radios Majestic o Philco que funcionaban mediante unas baterías del tamaño de un block de concreto 40X20X15 que costaban 100 pesos y duraban un mes, con una programación a base de radionovelas para amas de casa, dedicatoria de canciones, noticieros y las novelas –en la noche- para los señores de la casa: “Chucho el Roto” y “Felipe Reyes”, a las 10 de la noche todos a la cama para estar listos para las labores del campo a donde había que estar en camino a las 5 de la mañana cargando el lonche y con unas ganas inmensas de que la lluvia fuera abundante para obtener una cosecha con gran producción.
Cada semana llegaba un camión que en la caja transportaba una planta de luz y un proyector de cine. Casi todos los habitantes asistíamos a la proyección que se llevaba a cabo en un corral circundado con una barda de adobes, había que llevar aparte de la cobija o cobertor de lana para taparse, su correspondiente silla, para sentarse.
Los maestros de las escuelas y el cura de la parroquia nos hablaban del conocimiento y los políticos del orden y el progreso.
La llegada de la electricidad cambió por completo la vida, y 10 años después, la llegada de la televisión, la cambió más: en 1968 empezamos a ver desde diversos puntos en las carreteras, las torres del Sistema Nacional de Microondas y los Juegos Olímpicos.
Fue en ese año que me vi más cerca de la política, asistí al mitin de promoción política del candidato a gobernador: Pedro Ruiz González en Sombrerete, animado por el Charro Zacatecano Antonio Tony Aguilar, andaba yo en los 18, estrenando la mayoría de edad.
Eran los últimos meses del sexenio de Rodríguez Elías, la población, estaba muy feliz de los logros obtenidos durante su gobierno; el cacicazgo de don Leobardo estuvo ausente y eso marcó la diferencia del anterior, de Panchito, cuando se metía hasta la cocina e impedía el desarrollo y el progreso del Estado en aras de su enriquecimiento personal y ejercicio del poder tras el trono quesque “aconsejando” o actuando como patriarca –dijo él mismo- de los políticos y de la política en Zacatecas.
Rodríguez Elías caminó exitoso por habérselo quitado de encima gracias a que el presidente López Mateos, que lo nombró Embajador en Guatemala primero y después en Portugal.
Empezó a ponerse en orden y funcionamiento el ministerio Público y el Poder Judicial para acabar con la ola de violencia y la serie de venganzas con homicidios entre familias y el abigeato y rescatar el respeto a la figura y representatividad del Jefe del Ejecutivo.
El progreso en el campo empezó a avizorarse gracias a que el crédito agropecuario hizo acto de presencia encabezado por el recientemente fallecido Jacinto Lárraga, que venía de organizar lo mismo en los campos del Valle del Yaqui y aquí, como Jefe de Zona del Banco Agrícola y gracias a los buenos resultados ya, con agricultores que dejaron las yuntas y los tiros de mulas para cultivar la tierra, entonces, arriba de potentes tractores obtenían cosechas tres o cuatro veces más que antaño. Lárraga indujo luego, la participación de la banca privada (Bancomer, Banco Mercantil de Zacatecas) en el financiamiento al campo para completar la participación del Estado.
Luego de subirse en tractores vendidos por Daniel Carrera y Juan Zesati, los progresistas agricultores se subieron en camiones de 8 toneladas para transportar sus cosechas y enseguida a las pick ups y hasta automóviles para trasladar a sus familias, la Conasupo acopiaba toneladas y toneladas de maíz y frijol y la ganadería vivió su mejor momento.
La producción de frijol en Zacatecas empezó a significarse hasta llegar a conocerse como el granero de México. Por cierto, aquí les presumo que mi papá don Salvador Alvarez, fue el primer zacatecano en atreverse a sembrar en la Col. González Ortega: Frijol Negro, imposible de pensar en aquel tiempo, porque estábamos acostumbrados a los pintos y bayos.
Mi llegada a Zacatecas fue a causa de que formé parte de un comité pro.construcción de una escuela secundaria en la González, con tan buena suerte que la propusimos al gobernador Ruiz González en abril y en mayo, ya estaba de visita en mi casa para hacer una realidad esa obra, nada menos que el sub-secretario de Educación Pública, don Arquímides Caballero y el Arq. José Ángel Peschard, Jefe de Zona de la Construcción de Escuelas para llevarnos la buena noticia, se construiría allí, la primera secundaria técnica agropecuaria del País y empezaría a funcionar dentro de 3 meses: al inicio del nuevo ciclo escolar, como fue.
El 12 de diciembre de 1969 ya estaba yo trabajando en la Tesorería General del Estado y caí de pié, pronto fui escalando puestos y al permitírseme alternar con las personalidades de la política, fue naciendo en mí la necesidad de prepararme cada día para poder hacerle frente a tan importante oportunidad.
En mayo de 1970 durante la gira por Zacatecas en la campaña del Lic. Luis Echeverria, me tocó cubrir en un momento de emergencia a la persona que comisionaron de estar al pendiente de atender a dos importantes mexicanos que acompañaban a don Luis en su campaña: don Carlos Trouyet, entonces dueño de Teléfonos de México y don Manuel Espinosa Yglesias, dueño del sistema Bancos de Comercio; les negó una botella de whisky lo que motivó su enojo y amenaza para dejar la gira, me seleccionaron a mí para que, cargando una caja del vital liquido, acompañara a los señores la semana que estuvieron recorriendo el Estado.
Todo esto y muchos más momentos importantes en el desempeño de mi trabajo además de las recomendaciones de un maestro que me encontré y que había sido cercano a don Leobardo y al gobernador Minero Roque; con sus platicas, sus anécdotas y sus enseñanzas, resultó el mejor maestro de política que me pudiera encontrar. Me refiero a don Pancho Trujillo y a quien le agradezco mucho todo lo que me enseñó y exigió para el buen desempeño.
Para poder andar en esos círculos, había que prepararse, estudiar. En 1971 con la celebración del Año de Ramón López Velarde y con la visita de tantas distinguidas personalidades con quienes me tocó alternar y atender por encargo del gobernador, supe que había que hacerlo con mayor razón para poder platicar e intercambiar entre otros, con don Roberto Cabral del Hoyo, con don Juan José Arreola, quien por cierto me recomendó que siguiera escribiendo como yo lo hacía y que no estudiara gramática.
Ya había leído El Zarco de don Ignacio Manuel Altamirano y Al Filo del agua de don Agustín Yáñez, Secretario de Educación a quien le presumí personalmente que había leído su libro; pero me di cuenta de que había que hacerlo más y más seguido, leer, leer y leer, los periódicos, revistas y los libros que se pudiera. Pero el que me llamó mucho la atención fue la tetralogía de Luis Spota la serie llamada La Costumbre del Poder: Retrato hablado (1975), Palabras mayores (1975), Sobre la marcha (1976), El primer día (1977), leídos por más de un millón y medio de personas y con mayor razón, en ese momento a propósito de la sucesión presidencial de López Portillo.
Qué bueno Mario Padilla, que ya leíste “Casi el paraíso”, por cierto, ya encontré “El Primer día” que prometí prestarte con la esperanza de que lo disfrutes como nos sucedió al más del millón de personas que lo leímos en su tiempo y admiramos a quien además de ser un gran periodista y gran ser humano, tuvo tiempo para ser fundador del Consejo Mundial de Boxeo que ahora ostenta José Sulaimán a quien también conozco, por ser compadre de mi jefe Lárraga y termino con frases célebres de Luis Spota:: "La política es el deporte más caro, la actividad más costosa de ejercer en el País.", "El político muchas veces confunde la oratoria con la política." y "La prensa ha ido perdiendo una función crítica, ha ido aliándose al gran proveedor que es el estado."

Benito Álvarez Serrano
http://benitoalvarezserrano.blogspot.com