Sostengo que la creación y otorgamiento del premio hasta la
fecha, desde su creación en 1988 (cuánto dinero gastado, en lugar de destinarlo
a estructurar el funcionamiento de la casa museo RLV), no resiste un análisis
serio sobre su esencia y procedencia, porque aunque en nuestro medios
burocráticos tan mediocres haya navegado “viento en popa a toda vela”, más que
nada por lo taquillero del poeta y del dinero invertido, se deduce que los premiado son menos los que
son, que los que están, y entre ellos hay quienes son esencialmente
velardeanos, quienes no, y otros que quien sabe que sean, que solo por
pertenecer al grupo que secuestró el premio se lo van pasando de uno a otro;
para acceder a él con merecimientos, mínimo tendrían que acercarse a los de
Juan José Arreola, quien en el cincuentenario de la muerte del poeta el 19 de
junio de 1971 declaró “urbi et orbi” en el Teatro Hinojosa de Jerez, Zacatecas,
que tenía dos padres don Felipe, su padre carnal, y RLV su padre espiritual, a
cuya paternidad le hizo honor con creces con su obra y con su vida, a
diferencia de los otros iberoamericanos que, aunque parezca increíble, algunos
minimizan el premio al grado que cuando mencionan los honores recibidos lo
omiten.
En fin, lo que hay que decir en honor a la verdad y la
justicia, es que el premiado de 2012, el doctor don Alfonso García Morales,
relevante escritor hispano, Profesor Titular de Literatura Hispanoamericana de
la Facultad de Filología de la
Universidad de Sevilla, España y director de la Biblioteca de Autor Ramón López
Velarde de la propia Universidad, recibirá
en Jerez el próximo 19 de junio el premio que nos ocupa, con sobrados
merecimientos, tanto por el espíritu que alienta su magnífica y vasta obra en
torno de nuestro Ramón, cuanto por su honestidad intelectual, inmune a los
halagos de las cortes palaciegas, a
semejanza de la obra velardeana que ha permanecido y así permanecerá vigente “impecable y
diamantina”, inmune a las afrentas y manipulaciones de la “inepta cultura”.
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