viernes, 3 de febrero de 2012

Emigración masiva: un saldo más de la derecha


Por Arturo Romo Gutiérrez

La nueva depresión económica y los enredos financieros en que está inmerso el mundo capitalista, ha puesto de relieve su vulnerabilidad y evidente caducidad.
No se quiere decir con esto que su derrumbe es inminente y que ipso facto florecerá una nueva civilización sustentada en la justicia, la equidad y la cooperación fructífera entre todos los pueblos de la tierra. No. El imperialismo no es un juego de niños, pero los niños bien podrían jugar un papel muy importante para acelerar el despertar de la conciencia por un mundo menos bárbaro y más humano que el sustentado en la explotación del hombre por el hombre, el predominio del fuerte sobre el débil y la apropiación indebida de riquezas y recursos ajenos por medio de la fuerza bruta o la habilidosa manipulación.
El comentario es pertinente a la luz de un hecho que sorprende gratamente: más de cinco mil niños enviaron al Presidente Barak Obama y al Congreso de Estados Unidos, una carta escrita a mano para pedir, como deseo de fin de año, que se suspenda la deportación de sus padres indocumentados y evitar así la separación de sus familias. (Notimex. La Jornada)
La iniciativa no es de importancia menor, porque revela que la crueldad es una de las características consustanciales al Imperio. En este caso, el del infamante trato que se da a los inmigrantes indocumentados. Se percibe a simple vista que lo menos importante a la solución de las crisis recurrentes del capitalismo, es la consideración del ser humano.
Se apela, una vez más, al fácil expediente de la deportación masiva de indocumentados, para tratar de paliar sin éxito la incapacidad de generar empleos. Hasta el Washington Post denuncia en un editorial que ”La inhabilidad del gobierno para hacer una revisión completa de la política migratoria, significa que once millones de inmigrantes indocumentados…viven y trabajan en la sombras…Mientras el Congreso apenas y se ocupa del tema, los inmigrantes, elemento vital de la economía estadunidense, reciben un trato injusto.”
Explotación, violación de sus derechos humanos más elementales, como lo son los del trabajo, la salud y la educación, discriminación, y ahora deportación, que significa disolución de las familias, es la realidad de los inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos de América.
La directora de la Alianza Nacional de las Trabajadoras Domésticas, Ai Jen Poo, expresó que “todos los niños, sean o no inmigrantes, saben que la separación familiar es devastadora”. Sin embargo, las injustas leyes migratorias adoptadas por varios estados de la Unión Americana, siguen adelante, a pesar de las marchas de protesta organizadas por los afectados y por diferentes organizaciones defensoras de los derechos humanos. Se estima que en los primeros tres años del gobierno de Obama han sido deportados más de un millón de indocumentados.   
No se puede esperar otra medida del Imperio como no sea la de  expulsar el excedente de la mano de obra, misma que reutilizará, como si fuera una simple mercancía, en cuanto concluyan las dificultades económicas. Nada que sorprenda.
Lo que indigna es la indiferencia con la que ve el problema de los indocumentados de origen mexicano, el actual gobierno federal. No pasa de esporádicas y tibias declaraciones diplomáticas, tan demagógicas y falsas como inútiles. Indigna, pero tampoco sorprende. Es bien sabido que el actual inquilino de Los Pinos no es más que un ente ejecutor de las directrices colonialistas emanadas de Washington.
Treinta años de políticas neoliberales, indistintamente adoptadas y sistemáticamente ejecutadas por gobiernos de PRI y PAN (De la Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo, Fox y Calderón) han llevado a una realidad escalofriante: Ante la falta de oportunidades de trabajo en México, millones de mexicanos han tenido que abandonar sus comunidades y ciudades de origen. Por ejemplo, durante el gobierno de Vicente Fox el flujo de mexicanos hacia los E. U. alcanzó el nivel histórico de 638 mil personas por año, y en 2007, ya en  tiempos de Calderón, esa cifra se elevó a más de un millón y, como consecuencia lógica, México es hoy el país que más mano de obra expulsa al extranjero.
 Este es uno más de los terribles saldos que dejan los gobiernos de derecha: abandono del campo y de los campesinos, persecución fiscal y retiro de subsidios a los pequeños y medianos empresarios, desmantelamiento del sistema de empresas públicas y nulo fomento de la industria, el comercio y los servicios, no pueden producir otro resultado que la emigración en ruinosas condiciones. Reconozcámoslo: la masiva emigración de mexicanos no es producto de la fascinación que ejerce el sueño americano en nuestros compatriotas, sino la consecuencia de políticas ineficaces y por tanto fracasadas, que ya es tiempo de cambiar.
Ni el PRI ni el PAN. El camino es a la izquierda. La cita: 2012.


18 de dic.de 2011.

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